La espiritualidad y la tierra
Cada vez más personas están interesadas en la espiritualidad. Y eso es un fenómeno muy positivo, ya que ¡somos seres espirituales! Lo que ocurre muchas veces, es que esta búsqueda espiritual viene acompañada de la necesidad de evadirnos del mundo material y de la tierra. Y evadiéndonos no podemos afrontar la tarea que nos trae aquí a esta realidad. Bajo mi punto de vista, la auténtica espiritualidad es aquella que incluye todas las dimensiones y cuerpos en los que estamos inmersos. Incluye aceptar el dolor, el miedo , el sufrimiento, y transformarlo a través del amor. Por eso, la espiritualidad y la tierra no están reñidas, sino se complementan.
Mira el entorno de personas auténticamente avanzados en su camino espiritual. Verás que tienen buenas relaciones sociales, sus casas son lugares muy agradables, incluso las personas en sus entornos prosperan. Si tienen huertos, sus árboles y plantas están contentas, gozan de buena salud igual que ellos. La espiritualidad y la tierra, van juntos.
Los “atajos” espirituales
Hay técnicas que pretenden ser sanadoras, que tratan de limpiar todo lo que no está bien en la vida de una persona para que así la persona tenga más luz, más espiritualidad. En mi consulta muchas veces me toca arreglar algunos desequilibrios energéticos causados por estas técnicas, ya que a veces tratan de “extirpar” algo que necesitamos integrar. Es cierto que existen fenómenos energéticos que necesitan ser limpiados, ya que son invasivos para los cuerpos a los que están adheridos. Pero no se debería aplicar esta limpieza a los sentimientos humanos, al odia, a la ira, o parecidos. Para que estos sentimientos puedan “desaparecer” es necesario un trabajo terapéutico de integración. Eso pasa por aceptar que somos simples humanos en este plano y que precisamente estamos aquí para aprender de estas situaciones.
En mi experiencia, no existe un camino espiritual auténtico que no pasa por amarnos a nosotros mismos con todos nuestros defectos y virtudes y por la aceptación del sufrimientos que conlleva nuestra experiencia en la tierra. De modo que sostengo que lo auténticamente espiritual pasa por la tierra, concretamente por el cuerpo, que es la materialización de lo espiritual en esta dimensión. ¡Que no es fácil! ¡Que no es rápido! Eso es muy cierto. Pero lo que está bien hecho, perdura y lo único que te llevas cuando dejas este cuerpo es aquello que has aprendido de verdad.
Me despido, como siempre con un ¡Tu puedes!