Del perdón al corazón

Del perdón al corazón

Aquí presento una forma de llegar a través del Perdón directo al corazón. Todos sabemos cómo nos afecta el hecho de no poder o no querer perdonar a alguien. Los rencores nos hacen más daño a nosotros que al objeto de nuestro rencor. Sé por experiencia propia cómo cada rencor constituye una merma en mi capacidad de amar. Son, por lo tanto, factores que dificultan la apertura del corazón. Es difícil sanar sin estar dispuesto/a a abrir el corazón.

Una técnica de tradición milenaria para afrontar todos los hechos dolorosos de nuestras vidas y abrir el corazón es el Ho`oponopono. El término y la técnica son hawaianos, y su traducción significa algo así como “el reconducir, reordenar o corregir”. Las técnicas ancestrales eran algo más complejas, pero hoy en día aplicar el Ho’oponopono es muy sencillo y tremendamente transformador. Se trata simple y llanamente de pedir perdón a cualquier persona con la que tenemos un conflicto relacional, ya sea de rencor, culpa, rabia, odio o temor. Las cuatro palabras claves en este trabajo son “lo siento, perdóname, gracias, te amo.”

Veremos en seguida el sentido profundo que encierran, pero primero quiero exponer la siguiente teoría: todo organismo, todo sistema está constantemente buscando el equilibrio, ya sea el cuerpo físico o emocional, el sistema familiar o una empresa.

La base de la que parto para que se pueda comprender cómo funciona el Ho’oponopono es la siguiente: Todo está siempre en equilibrio.

Pensando de esta manera, si me pasa algo “malo”, es porque no estaba en equilibrio anteriormente, aunque no fuera consciente de ello. Si me hurtan dinero de la cartera, quizás estaba cogiendo más de la cuenta por otro lado. Si me rechaza mi nuera, es posible que no me diera cuenta de que previamente la había rechazado yo. Me abro a la posibilidad de que haya podido causar un dolor en el otro sin haber sido consciente de ello. Pensando así, es posible bendecir todo lo que me ocurre en la vida, sin entrar en un papel de víctima. Y es que, sentir rencor, es estar en el papel de víctima.

Veamos el sentido del lo siento. Aquí se trata de la empatía. Para decir “lo siento” desde el corazón, es necesario colocarse al mismo nivel que la otra persona. Así
seremos capaces de darnos cuenta de cómo se puede sentir la otra persona. Si antes creíamos que el otro era el “culpable”, posiblemente descubramos que el otro piense lo mismo de nosotros. Si podemos sentir su dolor, nuestra consiguiente petición de perdón será auténtica.

Perdóname. Es sin duda la palabra más sanadora que existe. Habla de nuestro arrepentimiento. Nos coloca nuevamente en un estado de nobleza. Constata que no queríamos dañar al otro. Y como lo hecho, hecho está, es lo único que podemos hacer para sanar. Y expresar la petición de perdón alivia como ninguna otra cosa en el mundo. Ser perdonado o no, realmente no tiene tanta importancia para nuestro corazón. Aunque, con la actitud de perdón normalmente se abren las puertas a los corazones de los demás.

Gracias. El agradecimiento es otra poderosa puerta a nuestro corazón. Si ya entendemos que hemos podido causar daño a otro, si logramos sentir su dolor y pedirle perdón, dar las gracias es el siguiente paso en nuestro camino. Agradecer al otro por habernos permitido aprender esta lección de vida, a pesar de haberle infligido dolor, puede ser difícil. A medida que lo logramos, empezaremos a honrar todas las experiencias de nuestra vida como preciosos aprendizajes. Estamos tocando la dimensión del Ser, que entiende que hay un sentido en nuestra experiencia de vida.

Decir te amo ya nos coloca directamente en esa dimensión más amplia que la cotidiana, donde todo lo que hay es amor. Al llegar aquí habremos sanado el conflicto que nos ocupaba. No quedarán restos de culpa y nuestro Ser “volará libre”.

En la práctica

Si a una persona que está sufriendo por un rencor, alguien le dijera: “tendrás que perdonarlo”, no conseguiría nada con este comentario. El hecho de perdonar a alguien no es una decisión mental, es un tema del corazón. No se puede perdonar a voluntad, pero pedir perdón sí es una acción que se puede hacer. Y en mi experiencia como terapeuta he visto a personas que parecían muy cristalizadas en su postura de víctimas cambiar radicalmente el punto de vista.

Una vez me visitó una mujer, que tenía quejas amargas de su marido. Decía que no podía hablar con él, que no le hacía caso y que tenía celos de la atención que ella daba a sus hijas. Después de un rato de escucha le pregunté por esa situación dolorosa que estaba emergiendo en su relato. Y en efecto, me contó algo que no podía perdonarle. Le acusaba de haber hecho daño a su hija. Investigamos la situación y coloqué una silla enfrente de ella donde le pedí que imaginara a su marido. Le soltó un tremendo discurso recriminador que le quitó parte de su tensión.

Luego la invité a sentarse en la silla del marido para que pudiera darse cuenta de cómo se debía sentir él. Al ocupar su sitio, descubrió un gran dolor emocional presente en su marido relacionado con ella misma. De esta manera dio el primer paso: sentir el dolor del otro. Ayudándola a mirar con más detenimiento, se dio cuenta de que lo había acusado de hacerle daño a su hija intencionadamente, recriminación injusta que lo degradaba en su papel como padre y marido valorado. Así la relación se convirtió en una convivencia por necesidad, donde la mujer dominaba y ocupaba todos los asuntos relacionados con las hijas. Acto seguido, la mujer se arrepintió y pidió perdón: el segundo paso.

Como tercer paso, pudo expresar su agradecimiento: a pesar del mal rato que ella le había hecho pasar con sus recriminaciones, su marido seguía junto a ella. En esta fase la inundó un llanto que abrió la puerta del corazón de par en par dando lugar al cuarto paso, el restablecimiento del amor.

Extracto del libro “Escucha Interna y Autosanación” , “Salud a través de la atención al cuerpo” de Aminda Frei

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Publicado por Aminda Frei

Llevo mas de media vida dedicada a la sanación y la terapia, y lo que más me gusta en estos momentos es enseñar a las personas el hermoso camino de la auto sanación.

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