
Somos seres dotados de un gran campo energético y potencial, capaces de conectar con otros seres a través de cordones invisibles. Por ejemplo, una madre sabe intuitivamente lo que le pasa a su hijo pequeño. También el perro de mi madre supo cuando su ama murió en el hospital y se metió debajo del sofá durante unos días para guardar luto en el momento exacto de la muerte. Estamos conectados unos con otros y rodeados por un campo invisible. Las terapias energéticas equilibran nuestras conexiones dentro de este campo, nos separa de lo que no nos hace avanzar y nos conecta con nuestro yo superior.
Pocos somos conscientes de nuestra energía y por eso a menudo la perdemos, la regalamos o permitimos que nos la roben. También hacemos un mal uso de nuestra energía cuando, por ejemplo, reprimimos nuestras emociones en nuestro interior durante demasiado tiempo. También reducimos el flujo de energía a través de la autoexigencia y el excesivo autocontrol, o simplemente cuando nos devanamos los sesos constantemente. Independientemente de la zona o el problema, la sanación energética pretende restaurar todo nuestro potencial energético.
El amor incondicional
Aunque en muchos casos hago uso de mis conocimientos del mundo chamánico utilizando piedras comunes, cuarzos, plumas, esencias de gemas y hongos, velas y sonido en las sesiones, la base de este trabajo es el amor incondicional. Esta alta vibración tiene la capacidad de limpiar las energías parasitarias, restaurar el cuerpo energético y ablandar el corazón. También puede hacernos ver cómo y dónde podemos relacionarnos mejor con nosotros mismos y con nuestro entorno.
“Cuando comprendamos de verdad el concepto de que el amor es una energía que lo abarca todo y que su impulso creativo puede transformar nuestros cuerpos, mentes y almas, superaremos nuestros dolores crónicos” Brian Weiss.
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